Libros del Rincón
Yo tuve un águila,
un día yo tuve un águila,
qué bárbaro,
qué águila tuve yo.
Yo tuve un águila,
que a su vez me tuvo,
qué bruto,
cómo me tuvo mi águila,
con cuánto orgullo,
qué pajarón aquel.
Nosotros nos tuvimos mutuamente
hasta que ellos nos destuvieron.
Nos mandaron a un insistente ra,
a la chiquitibum,
a 31 estados de humor negro,
a 31 insomnios.
Ahora yo tengo un periquito
australiano,
chiquito,
una nada de pájaro.
Caso no me hace,
no se le nota orgullo de su dueño.
A ratos le tengo cierta inquina.
Con todo, lo tapo por las noches:
no puedo dormir de la preocupación
al pensar que lo pierdo,
al pensar que hasta ese miserable animal
pierdo yo.