Libros del Rincón
Y allí está: cansado, sudoroso, agotado. A duras penas escucha al señor que repite asombrado:
¡Ahora me explico la actitud del perro!
No quería comer y daba vueltas y vueltas.
Yo sabía que extrañaba a alguien.
Ese alguien eras tú, ¿verdad?»
Javi no puede contestar porque tiene un nudo en la garganta.
Porque las lágrimas suben y suben de alguna parte, apretándole el pecho, empañándole los ojos.
Pero era casi imposible contenerse, porque aquel hombre ha dicho que no... que no... que EL MANCHAS NO ESTÁ.
Ha hecho un largo viaje y al final de su búsqueda,
Nada. «Se escapó, ¿sabes? Creo que te anda buscando.»
Y Javi imagina a el Manchas atropellado, hecho pedazos en algún vericueto del camino.
Es un perro fuerte y muy inteligente.
Espera un poco, que voy a contestar el teléfono.»
Al principio Javi no presta mucha atención a lo que dice
el hombre al teléfono, pero, ¿con quién habla?
Cansado, pero perfectamente bien.
¡Asombroso! No lo puedo creer.
No se preocupe usted, señora. Algo arreglaremos.
Y Javi, en medio de sus lágrimas que suben y se asoman incontenibles a sus ojos, escucha la voz joven de su madre.
«¡Hijo! El susto que me has dado.
No debiste marchar así, sin avisarme.»
«Javi... te voy a poner a alguien al teléfono.»
Todo está nublado ahora que Javi llora sin poder contenerse ni un minuto más.
«Aquí está alguien que ha hecho un largo viaje dice la madre y que está loco por verte...»
A través del teléfono, Javi oye un extraño jadeo y después un ladrido, un ladrido largo, impaciente, conocido.
A Javi le resulta difícil ver el teléfono, distinguir al hombre, que a su lado le sonríe amistoso.
No distingue casi nada por culpa de sus lágrimas.