Libros del Rincón


Tercer final


Mientras reflexiona al pie del monumento, Paolo siente que le toca una manita más pequeña y cálida que la suya.

—Quiero ir a casa.

La vocecita insegura y temblorosa pertenece a un niño de unos tres años. Mira a Paolo con una mezcla de confianza y temor, de esperanza y desánimo. Sus ojos tienen muchas ganas de llorar.

—¿Dónde vives?

El niño señala a un punto vago del horizonte.

—Quiero ir con mi mamá.

—¿Dónde está tu mamá?

—Allí.

También este «allí» señala a un punto impreciso. Lo único, que está claro es que el niño se ha perdido en la ciudad y no sabe encontrar el camino a casa. Su mano ha aferrado firmemente la de Paolo y no suelta la presa.

—¿Me llevas con mi mamá?

Paolo querria decirle que no puede, que tiene algo más importante que hacer, pero no se siente capaz de traicionar la confianza que le demuestra el pequeño. Pacienda respecto al círculo, el compás y la vuelta a la ciudad: otra vez será...

—Ven —dice Paolo—, vamos a buscar a tu mamá.


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