Libros del Rincón


Tercer final


Al primer acorde de la guitarra los pastores hicieron ademán de lanzarse contra los tres recién llegados pero una voz autoritaria y severa les detuvo:

—¡Paz! ¡Paz!

—¿Quién ha hablado?

—Mirad, uno de los tres Reyes Magos ha abandonado la caravana y se acerca a nosotros. Majestad, ¡qué honor!

—Mi nombre es Gaspar, no Majestad. Majestad no es un nombre.

—Hola, Gaspar —dijo la chica de la guitarra.

—Buenas noches, hijita. He oído tu música. Bueno, no se oía gran cosa con todo ese barullo. Aunque he oído mejor música, la tuya no estaba mal.

—Gracias, Gaspar.

—¡Augh! —hizo el piel roja.

—Salud también a ti, Toro Sentado, o Aguila Negra, o Nube Estruendosa, o como quiera que te llames. Y buenas noches a ti, piloto. Y a vosotros, pastores, y a ti, abuelita. Me ha llegado el perfume de tus castañas.

—Esta chavala quería llevárselas...

—Vamos, vamos, te lo habrá parecido. No tiene aire de ladrona.

—¿Y este tipejo con el hacha? —gritaron los pastores—. Se nos presenta en el Nacimiento con ese hocico rojo.

—¿Habéis probado a preguntarle por qué ha llegado hasta aquí?

—No hace falta preguntárselo. Está clarísimo: quería hacer estragos...

—Yo escuchar mensaje —dijo el piel roja—. Paz a los hombres de buena voluntad. Yo ser hombre de buena voluntad.

—¿Habéis oído? —dijo entonces Gaspar—. El mensaje es para todos: para los blancos y para los cobrizos, para los que van a pie y para los que van en aeroplano, para el que toca la zambomba y para el que toca la guitarra. Si odiáis a los que son distintos a vosotros es que no habéis entendido nada del mensaje.

Un largo silencio siguió a estas palabras. Luego se oyó a la viejecilla que murmuraba: —Eh, muchachita,. ¿te gustan las castañas? Anda, coge, no te las vendo, te las regalo... Y usted, piloto, ¿quiere? Y usted, Toro Volador, perdone, no he entendido bien su nombre ¿le gustan las castañas?

—Augh —dijo el piel roja.


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