Libros del Rincón


Tercer final


El tercer hermano encuentra un millón en el bolsillo. Lo guarda en una bolsa, vuelve a mirar en el bolsillo, ¡otro millón!

—Me gustaría saber —dice— de quien es este dinero y si es de verdad regalado: yo no quiero robar a nadie.

En cuatro saltos está de nuevo en la posada y empieza a preguntar:

—¿Quién se ha puesto mis pantalones en vez de los suyos?

Los clientes se miran los pantalones. Alguno, a saber por qué, se mira también la chaqueta y la camisa.

Al fondo, en un rincón, hay un hombrecillo que continúa desayunando sin comprobar absolutamente nada. Precisamente es él el que lleva puestos los pantalones del hermano menor.

—Perdone, ha pasado esto y lo otro ¿qué hacemos?

El hombrecillo bebe un sorbo de café con leche y calla.

—¿Entonces? —dice el hermano menor.

El hombrecillo unta con mantequilla una rebanada de pan, y sigue callado.

—¿No quiere que le devuelva sus pantalones?

—Uff, ¡qué lata! —grita por fin el hombrecito— no se puede comer en santa paz. Toma, cógelos, tus malditos pantalones...

Se los quita y se los tira sobre la mesa. El hermano menor se quita los del hombrecito, se mete los suyos y se va.

Después de dar unos pasos, mete las manos en el bolsillo y encuentra mil millones. Después otros mil millones. Luego otros. Cosa de locos.


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