Libros del Rincón


Los Billetes Dorados


—¿Quieres decir que se permitirá realmente entrar a la gente en la fábrica? —exclamó el abuelo Joe—. ¡Léenos lo que dice, de prisa!

—De acuerdo —dijo el señor Bucket, alisando el periódico—. Escuchad.

Boletín de la Tarde

El señor Willy Wonka, genio de la fabricación de golosinas, a quien nadie ha visto en los últimos diez años, publica hoy la siguiente noticia:

Yo, Willy Wonka, he decidido permitir que cinco niños sólo cinco, y ni uno más visiten mi fábrica este año. Estos cinco afortunados harán una visita guiada personalmente por mí, y se les permitirá conocer todos los secretos y la magia de mi fábrica. Luego, al finalizar la visita, como regalo especial, todos ellos recibirán chocolate y caramelos suficientes para durarles ¡toda la vida! Por tanto, ¡buscad los Billetes Dorados! Cinco Billetes Dorados han sido impresos en papel dorado, y estos cinco Billetes Dorados se han escondido en la envoltura de cinco chocolatinas normales. Estas cinco chocolatinas pueden estar en cualquier sitio —en cualquier tienda de cualquier calle de cualquier país del mundo— sobre cualquier mostrador donde se vendan las golosinas de Wonka. Y los cinco niños afortunados que encuentren estos cinco Billetes Dorados serán los únicos a quienes se les permitirá visitar mi fábrica y ver ¡cómo es ahora por dentro! ¡Buena suerte para todos, y que tengáis éxito en vuestra búsqueda!

(Firmado: Willy Wonka)

¡Este hombre está loco! —murmuró la abuela Josephine.

—¡Es un genio! —gritó el abuelo Joe—. ¡Es un mago! ¡Imaginaos lo que ocurrirá ahora! ¡El mundo entero empezará a buscar esos Billetes Dorados! ¡Todos comprarán las chocolatinas de Wonka con la esperanza de encontrar uno! ¡Venderá más que nunca! ¡Qué estupendo sería encontrar uno!

—¡Y todo el chocolate y los caramelos que puedas comer durante el resto de tu vida gratis! —dijo el abuelo George—. ¿Os lo imagináis?

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—¡Tendrían que enviarlos en un camión! —dijo la abuela Georgina.

—Sólo de pensar en ello me pongo enferma —dijo la abuela Josephine.

—¡Pamplinas! —gritó el abuelo Joe—. ¿No sería maravilloso, Charlie, abrir una chocolatina y encontrar dentro un Billete Dorado?

—Sí que lo sería, abuelo. Pero no tenemos ninguna esperanza —dijo Charlie tristemente—. Yo sólo recibo una chocolatina al año.

—Nunca se sabe, cariño —dijo la abuela Georgina—. La semana que viene es tu cumpleaños. Tú tienes tantas posibilidades como cualquier otro.

—Me temo que eso no sea posible —dijo el abuelo George—. Los niños que encuentren los cinco Billetes Dorados serán aquellos que se puedan permitir comprar chocolatinas todos los días. Nuestro Charlie sólo obtiene una al año. No hay ninguna esperanza.


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