Libros del Rincón
Niñas, todas en fila, para la procesión...
Si Miss... ¡Pero falta la Borrega!
¿Dónde estará esa muchachita? Que me la vaya a buscar una Hija de María... Mira Marta. Tu velo está todo chueco y se te está saliendo el fondo.
Unas doscientas niñas vestidas de blanco, con grandes velos de tul, se preparan para una procesión a la Virgen María... Se pellizcan las piernas, se ponen y quitan sus guantes blancos, y agitan febrilmente una frágil azucena de papel crepé...
A ver niñas... Vamos a ensayar. Repitan todas conmigo: "Oh Madre, te ofrezco la azucena de mi corazón... Es tuya para toda la vida..."
...Oh Madre, yo te ofrezco la azucena de mi corazón... Es tuya para toda la vida...
¡Lilus! ¿Qué es lo que estás diciendo en voz baja? Exijo que lo digas en este preciso momento, frente a toda la escuela...
Pues... Nomás dije que a Marta le queda muy mal el blanco y que su azucena...
¡Lilus! Escribirás ochenta veces: "No tengo que faltar a la caridad criticando a mis compañeras..." A ver tú, Hija de María, ¿dónde está la Borrega?
Miss... No la hemos visto por ningún lado...
Pues no la podemos esperar más... Ha llegando el momento de encaminarnos hacia la Imagen... No olviden su reverencia por favor, lo más graciosa posible antes de hincarse delante de la Santísima Virgen, y depositen cuidadosamente sus azucenas en las canastas para ello dispuestas ...
Yo sí sé donde está la Borrega. La vi hace unos diez minutos... Pero no la quería acusar...
De que estaba metiendo su azucena en un tintero...
Sí. Y en uno de tinta negra...
¡Qué niña! ¡Dios mío! Tendré que hablar con la superiora... Pero no podemos perder más tiempo... Vamos niñas, marchen... Todas a un mismo tiempo... Uno dos, uno dos, uno dos...
Lentamente arranca una procesión algo caótica, de elfas vestidas de transparentes blancuras. Vaporosas muselinas, tules tiesos en la cabeza y zapatos limpios y brillantes. Caritas temblorosas de gran ceremonia. "Uno, dos, uno, dos, uno, dos." Lilus camina junto a Marta, y Marta no sabe guardar el paso. Con razón. Tiene unos pies como barcos. Para llegar hasta la Imagen, hay que atravesar tres largos corredores y dos dormitorios. Y de repente, al abordar el primer dormitorio, ya con paso rítmico y acompasado ¡la Borrega! La Borrega más bizca, más bizca que de costumbre, con un vestido supremamente arrugado y un velo terrible...
La Borrega para en seco toda la procesión y ante el estupor general, ejecuta un baile diabólico, entre charlestón y cancán, con grandes ademanes de espantapájaros y blandiendo una azucena desprestigiada... Y la imprevista danza macabra tiene en sus labios este acompañamiento musical en tonos agudos:
¿Qué más da?
Yo no soy virgen...
Zambumba Mamá la Rumba
Mi azucena renegrida...
Zambumba Mamá que zumba
¿Qué más da?
Más tarde, frente a la Imagen, las niñas tratan de hacerle olvidar a la Santísima Virgen este penoso incidente, y declaman con su voz más dulce: "Oh Madre, te ofrezco la azucena de mi corazón..."
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