Libros del Rincón


Diez


La pata le duele bastante, y correr en tres no es demasiado fácil. Ni agradable.

El Manchas tenía momentos de duda, de flaqueza.

Hacía días que no probaba bocado.

La carretera parecía que no se iba a acabar nunca.

¿A dónde iba? ¿A quién buscaba?

Pero eran unos pocos instantes.

Seguía.

¿Qué es aquello?

Hay más tránsito. Las calles se hacen más estrechas.

Es la ciudad que comienza a anunciarse.

La ciudad con sus múltiples ruidos y olores.

Ahora tendrá que seguir armando el rompecabezas de su regreso.

Debe encontrar un lugar muy transitado.

Allí: una casa,

la puerta de una casa,

en la casa, una señora.

Luego...

—«¡Qué curioso! —dice la señora, asomándose a la ventana.

Ese perro que cojea... ¡cómo se parece al perro que vendió mi hijo! ...pero...¡no puede ser!...

¡claro que no puede ser!

Pensándolo bien...

¡éste está mucho más flaco!»

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