Libros del Rincón
El sábado fui con mis abuelitos al campo y me siento otra. No pude escuchar al árbol, pero estoy segura que algo me dijo porque después de un rato, ya no estaba tan triste. Hasta sentí hambre y cuando regresé a casa pude estudiar para el examen.
Hoy cuando vi que Héctor estaba afuera del salón esperando a alguien ni me enojé; ni siquiera lo miré. De repente oí que llamaba a Griselda y le dijo que si todavía queríamos, podíamos estudiar juntos mañana ahí, en la escuela.
Todas quedamos muy sorprendidas y no sabíamos que decirle. Entonces Griselda le dijo que sí.
Abrazar un árbol también es un remedio de belleza.