Libros del Rincón


Un descubrimiento valioso


Isabel 21 tomó la llave del libro abierto sobre una mesa y abrió la puerta del armario. ¡Estaba lleno de cajas metálicas! Como no tenían candado abrió algunas: todas contenían valiosas joyas.

En el momento en que Isabel 21 cerraba el armario sonó el teléfono y la mujer se apresuró a contestar.

—Bueno... Sí, soy yo, Emma... ¡Ah, señor J.K., qué gusto!... Sí, mañana a las once de la mañana en punto puede pasar por su mercancía... Sí señor... Acaba de llegar esta, mañana... Cómo no, sí, adiós.

Los chicos barrieron y sacudieron un rato hasta que Andrés se detuvo y dijo que le dolía el estómago y que se sentía horriblemente mal. Oso Verde le dijo a la mujer que regresarían al día siguiente a terminar y que no les pagara hasta que le dejaran su departamento flamante. La mujer estuvo de acuerdo pero antes de dejarlos salir les pidió que le enseñaran el contenido de sus bolsillos para asegurarse de que no se llevaban nada que no fuera de ellos.

De regreso en el parque y todavía enojados porque los creyeran ladronzuelos, le contaron a Tai lo sucedido.

—"El león cree que todos son de su condición" —sentenció Tai.

—¿Para qué querrá tantos animales de peluche? —preguntó Isabel 2l—. De todos, el que más me gustó fue el rinoceronte.

¿El rinoceronte? —exclamaron Oso Verde y Andrés, pues ellos no lo vieron.

Y tú, ¿viste al rinoceronte?

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