Libros del Rincón


La tormenta


Oso Verde, Andrés, Isabel 21 y Tai llegaron por fin a Palenque, la antigua ciudad maya. En un hotel cercano a las pirámides se encontraron con Maripecas, tal como lo habían planeado por carta. Maripecas era una legionaria muy capaz que vacacionaba en Mérida. Le gustaba cambiar de modelo de anteojos cada mes, por lo que tenía varios pares. Era larguirucha, pecosa y campeona en varios juegos atléticos.

A la hora de la cena un viejo amigo de los papás de Maripecas se reunió con los legionarios. Era el arqueólogo Gálvez, famoso por sus aventuras y descubrimientos. Se interesó tanto por las hazañas de la Legión de la Tarántula que los invitó a pasar unos días en Yaxchilán, otra antigua ciudad maya, situada en la selva. Los papás de Maripecas estuvieron de acuerdo así que el arqueólogo dijo:

—Yo parto esta noche pero Anselmo mi chofer los llevará en jeep. Vayan preparados para estar en una verdadera selva.

Al día siguiente salieron a las 6 de la mañana. Anselmo era un sonriente indio lacandón que manejaba hábilmente mientras hablaba sin parar.

Una fina llovizna caía y el camino, que era una especie de vereda, se volvió casi imposible. La llovizna se convirtió pronto en una tormenta. Apenas se veía el camino y los rayos no cesaban de caer.

—¿Por qué no paramos? —preguntó Maripecas.

—Necesitamos encontrar un refugio —respondió Anselmo.

—Pero acabamos de pasar un cobertizo —dijo Maripecas.

—¿Un cobertizo? ¿Dónde? —preguntaron a coro los demás.

¿Dónde vio Maripecas el cobertizo?

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