Libros del Rincón
De repente... el doctor Verucci puso término a sus exclamaciones. Acababa de ocurrírsele una idea, pero una idea... una de esas ideas que representan con una lucecita que se enciende en la cabeza de Pato Donald o de Supermán.
El doctor Verucci se acercó a hurtadillas al televisor, sonriendo a los numerosos presentes que le observaban con curiosidad. Con una última sonrisa se aseguró de que nadie pudiera interrumpir su maniobra. Y luego, con un gesto brusco y preciso, tac, apagó el televisor.
La primera en desaparecer, junto a las últimas luces del video, fue la locutora. A continuación desaparecieron, uno detrás de otro, bandidos y generales, cantantes y atletas, ejércitos y pueblo. Sencillo ¿no?
Basta con apagar el televisor y el mundo se ve obligado a desaparecer, a quedarse fuera de la ventana, a dejarle a uno solo y tranquilo.
El doctor Verucci, habiendo quedado vencedor, sonríe para su coleto y se enciende la pipa.