Libros del Rincón
Los chamacos de aquí, Chucho, Mauro, Quique, Toñito, José Luis y Beto, se la pasan jugando futbol. Parece manía, es increíble. Todos los días futbol, futbol, futbol. Lo peor es que
ya quebraron los vidrios de unas mil casas y no hay un muro en toda la calle sin marcas de un balonazo.
Mi hermano bien que quiere jugar con ellos, pero a ellos no les cae bien Paco. ¿Por qué?, quién sabe. Cada vez que salimos de la casa, ellos dejan de jugar y se nos quedan mirando de reojo y cuchicheando. Mamá piensa que dicen groserías.
Papá no sabe a qué horas hacen su tarea. Para mí que todos van a repetir el año. Ojalá. Qué bueno. Se lo buscaron.
Uno de ellos, un chaparro medio feo, José Luis, dijo que mi padre tenía un animal dentro de la nariz, pero eso no fue nada. Lo peor fue cuando un día su hermana me invitó a su casa. Todo estaba bien hasta que decidimos jugar a la casita... Ella dijo que iba a ser la patrona y yo la empleada. El papel
de sirvienta es mejor porque la patrona no hace nada.
Mientras Luisa miraba, barrí el piso, recogí la mesa y serví el té con galletas y todo. Entonces, ella se empeñó en ser la sirvienta. Yo dije que no. Ella quería a la fuerza. Al final me harté: está bien, entonces yo soy la patrona. Puedes arreglar tus cosas... ¡estás despedida!
Fue terrible. ¡Luisa se enfureció! Se acabó el juego. Ella me gritó que era una mensa. Me fui a mi casa tan nerviosa que olvidé a Tati sentada en la barda del jardín. Al día siguiente,
cuando abrí la ventana, que veo a la pobre de Tati amarrada a la espalda de Salchicha, un perro callejero que vive en nuestra calle desde hace tiempo y que es el más pulguiento que hay en este mundo.
Estoy segura de que fue José Luis. Cada vez que él juega con el balón frente a mi casa, tomo la manguera, apunto y lo empapo. Es un coyón. Sale corriendo con las manos en la cabeza. ¿Quién se cree?. ¡Tati es la muñeca que más me gusta!