Libros del Rincón
Yo tengo un compañero en la escuela, ¿sabes?, y soy amigo de él. Pero no es amigo a tope como era mi Amigo Pintor (hay días en que me quedo pensando si se puede tener más de un amigo a-tope), y ayer en el recreo conversamos sobre el corazón.
Todo comenzó porque yo estaba dibujando un corazón, pero en vez de ser rojo, el corazón era marrón; y en vez de ser como los corazones que uno conoce, era todo achatado de costado y acababa de repente, lo que te dejaba sin saber hacia dónde apuntaba.
Cuando terminé el dibujo, se lo mostré a mi compañero.
¿No lo ves todavía? quise saber.
¡No! Para empezar, el corazón es rojo.
Bien, pero ése es mi corazón.
¿Y porque el tuyo no es rojo?
No es eso. Ando fastidiado y por eso mi corazón está así, achatado, como si le hubiesen sacudido un puñetazo.
Y un corazón rojo es el corazón de todos los días. El mío no está como todos los días, está muy diferente; por eso tiene que ser de otro color. ¿Sí o no?
Mi compañero miró el papel. Me miró:
No se puede. Tiene que ser rojo. Y tiene que acabar en punta por abajo. Dame el papel para que yo te muestre cómo debe ser.
¡Espera! No me entiendes. Sucede que...
Dame el papel: déjame que lo dibuje bien.
¿Quieres hacerme el favor de escuchar lo que te estoy explicando? Si mi corazón está diferente, muy mal, muy fastidiado, no voy a dibujarlo como ese corazón que todo el mundo le dibuja a la novia, ¿no? ¡Espera, no me lo quites!
Pero me lo quitó. Y sacó del bolsillo un bolígrafo rojo y se puso a cambiar todo el color de mi corazón. Y lo hizo bien acabado en punta por debajo. Y para colmo recordó:
¡Un corazón tiene que tener flecha!
Trazó una flecha en el medio. Lo fue corrigiendo de un lado, del otro, no dejó a mi corazón ni un poquito aplastado, y yo, de tonto, insistí en explicarle:
Pero te estaba diciendo que se acható de fastidio.
Pues si está fastidiado, ¡dilo enseguida, tío!
Trazó otra flecha hacia arriba y escribió: «Estoy aplastado porque estoy fastidiado».
¡Listo! Ahora todo el mundo lo entiende.
¿Para qué quiero esa porquería?
Porquería es lo que tú habías dibujado y en ese momento vio a Denise (una chica que a él le gusta un montón); me arrancó el corazón de mi mano, y donde había escrito «estoy fastidiado», agregó dos puntos y escribió en letras grandes: ¡¡TÚ NO ME MIRAS!! Salió corriendo, le dio mi corazón a Denise y se fue a jugar a la pelota.
¿Qué iba a hacer yo, de todos modos, con un corazón que ya no tenía nada que ver con el mío?
Creo que va a llevar mucho tiempo conseguir un amigo que también comprenda esa historia de que el corazón se achate y se ponga marrón.