Los malévolos planes del doctor Irigoyen

Isabel 21 descubrió al ratoncito tras unas botellas en una ventana. En el cuello tenía un mensaje que decía: "Puerta secreta tras la caja roja. El mecanismo para abrirla está en un hueco en la pared. Voy a investigar Tai".

Los niños siguieron las instrucciones y abrieron la puerta secreta. Un pasillo los condujo a un elevador que descendió lentamente durante un buen rato. Los legionarios se encontraron en una gran sala de máquinas y complicados aparatos.

—Nos dividiremos para investigar. Andrés y Tai irán por la derecha; Isabel 21 y yo iremos por la izquierda.

—Y nos comunicaremos con nuestros radios trasmisores portátiles —dijo Isabel 21, sacando un pequeño aparato de su bolsa.

Oso Verde e Isabel 21 subieron por una escalera hasta otro cuarto que tenía un mezzanine con balcón. En el piso de abajo estaban computadoras de control y varios operadores trabajando. Un hombre de barba apareció seguido por sus ayudantes.

—Ya logramos traer el castillo de Chapultepec. ¡No me salgan con que no podemos hacer lo mismo con las pirámides de Teotihuacan! —dijo el hombre de la barba.

—Pero, profesor Irigoyen, necesitamos recalcular todo el proceso del transportador de materia y además... —comenzó a decir su ayudante más cercano que era el motociclista.

—¡Pues háganlo y rápido —rugió el sabio—. Con mi máquina transportadora traeré aquí todos los monumentos nacionales —dijo mientras se sobaba las manos.

Oso Verde, que había observado detenidamente el lugar, le susurró a Isabel 21: —Mira, allá está el castillo de Chapultepec.

¿Dónde?