Libros del Rincón


El fin del tren subterráneo


—En cuanto comenzó el alboroto Oso Verde se escondió bajo el carrito de café aprovechando que el motociclista se distrajo volteando a ver qué pasaba en el cuarto de control —informó Tai—. Cuando el hombre quiso volver a agarrar a Oso Verde y no lo vio, regresó al cuarto.

—Un momento —dijo Isabel 21—, si los bandidos toman el tren subterráneo que los lleva al túnel huyendo de la desintegración se nos escaparán... Esto no estaba en nuestros planes.

—Desde la sala de máquinas Andrés puede desconectar la energía de todo este lugar con el interruptor T-37, y si sube el T-38 causará un corto circuito que acabará con el mecanismo del tren —informó el doctor Irigoyen.

Isabel 21 se comunicó con Andrés y le dio las instrucciones.

—Que también quite los fusibles de los interruptores y ponga en ceros la máquina VEKO.

—¿Oíste, Andrés? —preguntó Isabel 21.

—Entendido —se oyó la voz del legionario.

Aunque todo estaba en tinieblas, gracias a sus lámparas de mano y a las señales que Tai había pintado en los ductos, los legionarios pudieron avanzar sin perderse.

—¿Dónde está la máquina VEKO? —preguntó Tai.

—No sé, pero creo que Andrés la encontrará —respondió Isabel 21.

Pero Andrés no pudo hallar la máquina fácilmente. Tuvo que buscar un buen rato antes de dar con ella.

¿La puedes encontrar?

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