Libros del Rincón


Un camino problemático


El profesor Irigoyen vio la pequeña puerta en el suelo, bajo unas cajas en un lado del pasillo, y contestó:

—Creo que es una antigua salida de emergencia.

—Es nuestra única salida —dijo Oso Verde, mirando con furia a los guardias que se habían quedado en el pasillo.

En ese momento todo comenzó a temblar de nuevo. Las paredes crujían como si fueran a derrumbarse y en cuanto los guardias se fueron corriendo los legionarios salieron por la rejilla y se escabulleron por la puerta en el suelo.

Se encontraron con una escalera de madera que los llevó a una gruta húmeda y siniestra.

—Por aquí hay un camino —dijo Andrés iluminando un sendero con su lámpara de mano.

—Tenemos que apresurarnos... mi primo puede acordarse de que existe esta gruta y nos puede agarrar aquí.

La gruta estaba llena de estalactitas y estalagmitas y había goteras por todas partes. Todo se veía enredado, pero Andrés iba encontrando el camino. Iban bien hasta que llegaron a un lugar donde el camino se dividía en tres grutas que se internaban en negrísimos túneles.

—Si tomamos el camino equivocado nos perderemos... ¡Para siempre! —dramatizó Isabel 21.

Tai sacó su brújula, un receptor de señales, un televisor de bolsillo pero no obtuvo ningún resultado. Los demás buscaban afanosamente algo que indicara el camino correcto.

—Es por aquí —afirmó Oso Verde, señalando un camino.

—Pero este camino va para abajo —dijeron a coro los demás.

—No importa, éste es el bueno.

¿Por qué estaba tan seguro Oso Verde?

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